miércoles, 28 de marzo de 2007



El camino de la adopción es un camino largo, muy largo. Pero en el camino merece la pena pararse y observar. Sentarse y mirar los paisajes que nos rodean. Mirar con los ojos del corazón y del alma. Y ver y apreciar todo lo bueno que tenemos. Ver y mirar a la gente que nos rodea con otros ojos.


Con las prisas del día (en el trabajo y en casa) no nos paramos a observar. En congelar un momento la imagen y… apreciar las cosas buenas de nuestros compañeros de trabajo (sobre todo los amigos que allí conoces), los detalles de la gente que ocasionalmente se cruza con nosotros, la espera paciente de los abuelitos y los tíos (que ganas tienen ellos también de que llegues), la llamada telefónica o el e-mail de algún amigo, un gesto de papá, o una sonrisa de un niño… La vorágine diaria nos atrapa. Y nos olvidamos de las cosas que realmente importan.

Detengámonos un momento a observar, a mirar y a disfrutar.



Continuamos esperándote chiquitín/a.