Mi querido chiquitin:
La vida no deja de dar sorpresas. Hay días que buenas, otras mejores, otras peores o horrorosas. El tiovivo de la vida. Hoy he leído el mensaje de Paola Vargas, y ha sido una sorpresa muy bonita. Paola es una amiga (espero poderte llamar así) que he conocido a través del Blog. Siempre nos anima con sus mensajes. Nos aporta conocimientos, vivencias, comparte sentimientos. Hoy nos ha escrito un mensaje precioso. Un mensaje con una historia preciosa que ha compartido con nosotros. Y quiero transcribirlo para tí (mi futuro hijo/a) y con todos los que leéis el blog.
Mil gracias Paola. Eres un tesoro. La historia es una narración para disfrutar, reflexionar, contar, narrar, compartir y emocionarse. La he guardado enseguida para no perderla y cuando tenga a mi niño o niña leérselo.
"Érase una vez un árbol grande, muy alto y fornido, lleno de ramas, unas fuertes, otras débiles, unas viejas, otras jóvenes que se entremezclaban para permitir que numerosas familias de animales tuvieran allí su morada; tal vez era un majestuoso Tibar. En todo su centro, una pareja de pájaros había construido un nido y esperaba allí con gran ilusión, día a día, amanecer en medio de los huevos que más tarde serían sus hijos a quienes educar, cuidar y guiar.
Todas las mañanas, Celeste se levantaba a mirar si ese día había huevos, pero al no encontrarlos, regresaba muy triste a contarle a su esposo que el nido seguía vacío.
En ese mismo árbol vivía una pájara amiga de Celeste. Ella, su esposo e hijos, formaban una familia de pájaros carpinteros, quienes con la habilidad innata de su especie ayudaban a construir los nidos de los habitantes del árbol. Un día, al ver llorar a Celeste, le dijo: "No estés triste, ¿acaso tú no sabes que hay otra manera de formar familias? Te voy a llevar al Nidal, en el Árbol de la Vida, es un bello lugar donde tal vez te puedan ayudar".
A la mañana siguiente, el esposo le dijo: "Corre, alístate y ve a ese lugar especial..."
Interrumpiendo la lectura, la niña preguntó:
- Mamá, ¿por qué lloraba Celeste?
- Hija, tal vez porque creía que sólo poniendo huevos se podía tener una familia y no sabía que había otra forma de lograrlo. ¿Sabes? Hay unos pájaros llamados Chamones, que al no poder construir su nido, ni cuidar su prole, ponen los huevos en los nidos de otros pájaros y dejan que otros padres adoptivos sean los encargados de incubar los huevos y alimentar los polluelos - respondió la mamá y continuó su relato:
"Celeste y su amiga acudieron presurosas al Nidal. Éste era un precioso lugar en el Árbol de la Vida; allí estaban algunos pequeños pájaros que habían nacido en otros nidos, aguardando anhelantes la llegada de parejas, como Celeste y su esposo, para iniciar con ellos una nueva vida..."
En éste momento de la lectura, la mamá explicó:
- ¿Saben hijos míos?, no es suficiente poner huevos para ser papás, hay muchos pájaros que asumen esa tarea sin estar preparados para ello. Para ser papás se requiere conocer el significado de la palabra Amor: enseñarlos a lavar todos los días sus plumas y a volar, cuidarlos cuando se enferman, darles buen ejemplo, acompañarlos de noche cuando se desvelan, llevarlos el primer día al colegio, respetar sus bolsillos llenos de piedras, sapos y pedazos de colores, compartir sus sueños e ilusiones.
- Mamá, mamá, continúa - dijeron los niños.
"...Celeste, muy emocionada, regresó a su esquina en el árbol, rodeada de bellos toritos, de musgo y de enredaderas, e inició la más linda de las tareas: construyó junto con su esposo el nido para sus hijos. Durante varios días traían en u pico una rama, una pajita, un bejuco y también muchas flores para preparar la llegada...
Al poco tiempo, todos los animales del Árbol de la Vida se enteraron del próximo acontecimiento y presurosos corrieron a ayudar. Llegó el turpial, un inteligente y grácil pájaro, quien trajo un trocito de lana de oveja, que le había servido para calentar antes a sus pequeños. Después vinieron el jilguero, el pájaro carpintero, el canario, el toche, la mirla, el loro, la lechuza, el conejo, las ardillas, las abejas y también los micos. Todos aportaron algo para fabricar el nuevo nido.
Luego de una larga espera, Celeste y su esposo fueron llamados al Nidal, allí aguardaban ansiosos un par de pequeños polluelos.
Para todos fue el más maravillosos de los encuentros, realmente allí empezó La Vida.
Celeste y su esposo, felices con sus polluelos, invitaron a todos los animales del Árbol de la Vida, a sus amigos, a los abuelos pájaros y a toda la familia, a una gran fiesta, para presentarlos. Una vez reunidos, buscaron la rama más fuerte para inscribirlos y registrar allí los nombres y apellidos de los nuevos habitantes"
Entredormida, la niña preguntó:
- Mamá, ¿de la barriguita de Celeste no nacieron los bebés?
La mamá contestó:
- Hija, los pájaros nacen de los huevos, los niños de las barrigas. Celeste y su esposo fueron padres gracias a los pájaros que les dieron la vida a los polluelos, al Nidal que los acogió y a todos los amigos y familiares que ayudaron a construír el nuevo hogar. Recuerda, para ser padres sólo se necesita Amar. Y ahora, cierra tus ojos y duerme, tu hermano que es más pequeño ya lo hizo, mañana le contarás."
¿Verdad que es preciosa la historia?.
Mil gracias Paola. Eres un tesoro. La historia es una narración para disfrutar, reflexionar, contar, narrar, compartir y emocionarse. La he guardado enseguida para no perderla y cuando tenga a mi niño o niña leérselo.
"Érase una vez un árbol grande, muy alto y fornido, lleno de ramas, unas fuertes, otras débiles, unas viejas, otras jóvenes que se entremezclaban para permitir que numerosas familias de animales tuvieran allí su morada; tal vez era un majestuoso Tibar. En todo su centro, una pareja de pájaros había construido un nido y esperaba allí con gran ilusión, día a día, amanecer en medio de los huevos que más tarde serían sus hijos a quienes educar, cuidar y guiar.
Todas las mañanas, Celeste se levantaba a mirar si ese día había huevos, pero al no encontrarlos, regresaba muy triste a contarle a su esposo que el nido seguía vacío.
En ese mismo árbol vivía una pájara amiga de Celeste. Ella, su esposo e hijos, formaban una familia de pájaros carpinteros, quienes con la habilidad innata de su especie ayudaban a construir los nidos de los habitantes del árbol. Un día, al ver llorar a Celeste, le dijo: "No estés triste, ¿acaso tú no sabes que hay otra manera de formar familias? Te voy a llevar al Nidal, en el Árbol de la Vida, es un bello lugar donde tal vez te puedan ayudar".
A la mañana siguiente, el esposo le dijo: "Corre, alístate y ve a ese lugar especial..."
Interrumpiendo la lectura, la niña preguntó:
- Mamá, ¿por qué lloraba Celeste?
- Hija, tal vez porque creía que sólo poniendo huevos se podía tener una familia y no sabía que había otra forma de lograrlo. ¿Sabes? Hay unos pájaros llamados Chamones, que al no poder construir su nido, ni cuidar su prole, ponen los huevos en los nidos de otros pájaros y dejan que otros padres adoptivos sean los encargados de incubar los huevos y alimentar los polluelos - respondió la mamá y continuó su relato:
"Celeste y su amiga acudieron presurosas al Nidal. Éste era un precioso lugar en el Árbol de la Vida; allí estaban algunos pequeños pájaros que habían nacido en otros nidos, aguardando anhelantes la llegada de parejas, como Celeste y su esposo, para iniciar con ellos una nueva vida..."
En éste momento de la lectura, la mamá explicó:
- ¿Saben hijos míos?, no es suficiente poner huevos para ser papás, hay muchos pájaros que asumen esa tarea sin estar preparados para ello. Para ser papás se requiere conocer el significado de la palabra Amor: enseñarlos a lavar todos los días sus plumas y a volar, cuidarlos cuando se enferman, darles buen ejemplo, acompañarlos de noche cuando se desvelan, llevarlos el primer día al colegio, respetar sus bolsillos llenos de piedras, sapos y pedazos de colores, compartir sus sueños e ilusiones.
- Mamá, mamá, continúa - dijeron los niños.
"...Celeste, muy emocionada, regresó a su esquina en el árbol, rodeada de bellos toritos, de musgo y de enredaderas, e inició la más linda de las tareas: construyó junto con su esposo el nido para sus hijos. Durante varios días traían en u pico una rama, una pajita, un bejuco y también muchas flores para preparar la llegada...
Al poco tiempo, todos los animales del Árbol de la Vida se enteraron del próximo acontecimiento y presurosos corrieron a ayudar. Llegó el turpial, un inteligente y grácil pájaro, quien trajo un trocito de lana de oveja, que le había servido para calentar antes a sus pequeños. Después vinieron el jilguero, el pájaro carpintero, el canario, el toche, la mirla, el loro, la lechuza, el conejo, las ardillas, las abejas y también los micos. Todos aportaron algo para fabricar el nuevo nido.
Luego de una larga espera, Celeste y su esposo fueron llamados al Nidal, allí aguardaban ansiosos un par de pequeños polluelos.
Para todos fue el más maravillosos de los encuentros, realmente allí empezó La Vida.
Celeste y su esposo, felices con sus polluelos, invitaron a todos los animales del Árbol de la Vida, a sus amigos, a los abuelos pájaros y a toda la familia, a una gran fiesta, para presentarlos. Una vez reunidos, buscaron la rama más fuerte para inscribirlos y registrar allí los nombres y apellidos de los nuevos habitantes"
Entredormida, la niña preguntó:
- Mamá, ¿de la barriguita de Celeste no nacieron los bebés?
La mamá contestó:
- Hija, los pájaros nacen de los huevos, los niños de las barrigas. Celeste y su esposo fueron padres gracias a los pájaros que les dieron la vida a los polluelos, al Nidal que los acogió y a todos los amigos y familiares que ayudaron a construír el nuevo hogar. Recuerda, para ser padres sólo se necesita Amar. Y ahora, cierra tus ojos y duerme, tu hermano que es más pequeño ya lo hizo, mañana le contarás."
¿Verdad que es preciosa la historia?.
1 comentario:
Muy bonita la historis
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